El Gobierno nacional presenta una reestructuración urgente de las fuerzas federales mediante cuatro decretos, redefiniendo sus roles y atribuciones. Con un enfoque centralizado y tecnificado, se busca modernizar organismos como Gendarmería y Prefectura, incrementando su capacidad operativa y respondiendo a un nuevo paradigma de seguridad nacional.
El Gobierno rediseña las fuerzas federales con cuatro decretos clave y acelera su reforma antes de perder facultades delegadas
En un movimiento calculado y con fuerte impronta política, el Gobierno nacional oficializó en tiempo récord una reestructuración integral de las fuerzas federales, apenas 24 horas antes del vencimiento de las facultades delegadas otorgadas por el Congreso. En una jugada que lleva la firma directa del Presidente y de sus ministros de Interior y Seguridad, Guillermo Francos y Patricia Bullrich, se desplegaron cuatro decretos que modifican las leyes orgánicas de Gendarmería, Prefectura, Policía de Seguridad Aeroportuaria y el Servicio Penitenciario Federal.
Más allá del contenido administrativo, el operativo tiene una lectura política clara: en la antesala de un posible recorte de poder del Ejecutivo, el oficialismo imprimió velocidad a reformas que redefinen el perfil y rol de las fuerzas de seguridad con un enfoque más centralizado, tecnificado y apto para las lógicas del actual Gobierno, que viene apostando a un estilo de control interno basado en orden, eficiencia y nuevas tecnologías como herramientas clave.
En menos de 48 horas, se transformaron décadas de legislación que estructuraban la operatividad de cada institución. Gendarmería, por ejemplo, no solo fortalece su rol fronterizo sino que incorpora funciones en el ciberespacio, con facultades para combatir ciberterrorismo, intervenir en delitos complejos y participar en misiones internacionales. Un guiño al nuevo paradigma de seguridad, pero también una señal interna: Milei le da mayor volumen al trabajo de inteligencia e investigación criminal en organismos tradicionalmente operativos. El rediseño permite acceder a bases de datos públicas y privadas, sumando músculo a tareas hasta ahora comandadas por otras fuerzas.
Prefectura Naval Argentina también reorienta su curso. Con el decreto 457/2025 se redefine su misión con una lógica de gestión administrativa y regulatoria más eficaz, alineada a estándares internacionales. Otro punto no menor es que se refuerzan sus atributos de ente fiscalizador, lo que le permitirá ampliar su radio de influencia en decisiones regulatorias marítimas y judiciales, desplazando cajas de poder sensibles y con implicancias regionales.
La Policía de Seguridad Aeroportuaria no queda afuera del operativo reformista. El decreto 456/2025 amplía su campo de acción a la protección de infraestructura crítica y transporte, otorgándole perfil más estratégico e inteligencia focalizada, mientras se refuerzan sus deberes en el combate a delitos federales. Ese artículo también sugiere un rol más cooperativo con el Ejecutivo, abriendo la puerta a misiones fuera del ámbito estrictamente aeroportuario si así lo dispone la Casa Rosada.
Uno de los cambios más significativos se da en el Servicio Penitenciario Federal, históricamente rezagado en términos de modernización e infraestructura. El decreto 455/2025 reemplaza completamente su marco normativo, establece un plan de profesionalización del personal, mejora condiciones laborales y redefine el mapa penitenciario del país. Patricia Bullrich tendrá a su cargo la desafectación de cárceles en zonas urbanas para reubicar esos módulos en territorios más periféricos, un proyecto de alto impacto inmobiliario que será clave en la agenda de seguridad y desarrollo urbano.
El redireccionamiento institucional tiene una lógica de fondo: el Gobierno da señales claras de que la seguridad interna tendrá un nuevo estándar de respuesta, pero también busca alinear a las fuerzas con una estrategia de poder más verticalista y menos burocrática. La decisión de administrar esta metamorfosis por decreto no solo es una demostración de urgencia, sino también una convicción de que el Congreso, en su actual conformación, difícilmente acompañaría una reforma de esta magnitud con la celeridad que el oficialismo exige.
Paradójicamente, mientras Milei enfrenta choques permanentes con distintas corporaciones del Estado, apuesta por blindar con más recursos y atribuciones a las fuerzas que considera pilares funcionales a su modelo. El Ministerio de Seguridad, que ya venía marcando agenda propia con medidas de fuerte impacto mediático, toma un rol centralizado con niveles de control que convierten a Patricia Bullrich en una de las figuras más empoderadas del Gabinete.
Lo que se vislumbra no es solo una modernización de organismos muchas veces desfasados de la realidad social, sino una arquitectura institucional que responde a una concepción liberal-autoritario en términos políticos y administrativo-eficiente en su relato funcional. Habrá que ver cuán efectiva resulta la implementación operativa de este rediseño, pero no quedan dudas de que el proyecto exhibe un Norte político claro: más control, menos dispersión y mayor operatividad bajo el timón férreo de la nueva cúpula de poder.
