El gobierno argentino anunció una licitación para transferir la gestión de corredores viales a empresas privadas, buscando mejorar la seguridad y mantenimiento de las rutas. Este cambio sucede tras críticas a la estatización bajo Alberto Fernández y tiene como objetivo atraer inversiones y reducir la siniestralidad vial en el país.“`html
Transformación de rutas: de estatales a privadas para mejorar seguridad vial
En un movimiento que podría redefinir la administración vial en Argentina, el gobierno ha anunciado que abrirá una licitación internacional para transferir nuevamente la gestión de los corredores viales a manos privadas. Esta decisión marca el fin de un período de estatización masiva y silenciosa llevada a cabo durante la gestión de Alberto Fernández. La medida busca resolver problemas históricos en materia de seguridad vial, mantenimiento y modernización de las rutas nacionales.
El regreso de los operadores privados
La propuesta gubernamental incluye un esquema de concesión que permitirá la participación de empresas internacionales, siempre y cuando cumplan con un requisito clave: el depósito de una garantía económica que respalde los compromisos de gestión. Esta nueva modalidad representa un esfuerzo por atraer inversiones extranjeras y nacionales para modernizar las vías de comunicación, fundamentales para el transporte y el crecimiento económico del país.
El objetivo principal de esta medida es garantizar un mantenimiento adecuado de los corredores viales y reducir el alarmante índice de siniestros en las rutas. Según datos oficiales, Argentina enfrenta uno de los índices de siniestralidad vial más altos de la región, un problema que expertos atribuyen a la falta de inversión y deficiente infraestructura.
Un cambio de modelo tras la estatización
Durante el gobierno de Alberto Fernández, se implementó una política de estatización masiva de los corredores viales, justificando la acción en la necesidad de recuperar el control de los recursos estratégicos del país. Sin embargo, este modelo no tardó en ser criticado por organismos técnicos y sectoriales que denunciaron el deterioro acelerado de las rutas y la ineficiencia en su administración.
Uno de los principales desafíos a los que se enfrentó el modelo estatal fue la falta de recursos asignados para mantenimiento e inversiones. Además, las denuncias de corrupción y discrecionalidad en el manejo de los fondos públicos agravaron la percepción de un sistema disfuncional. Este escenario llevó a cuestionamientos sobre la viabilidad de mantener todos los corredores bajo administración estatal.
Infraestructura y modernización, los pilares del proyecto
El nuevo esquema de concesión no se limitará a la gestión operativa de las rutas. Se prevé que los concesionarios deberán comprometerse a realizar inversiones significativas en infraestructura para mejorar la calidad y seguridad de las carreteras. Esto incluye la incorporación de nuevas tecnologías para monitoreo, mantenimiento preventivo y la ampliación de servicios esenciales en rutas de alta concurrencia.
Por otro lado, el modelo propone ajustar los peajes a tarifas que sean sostenibles para las empresas operadoras, pero justas para los usuarios. Este punto ha generado un debate intenso, especialmente entre agrupaciones de transportistas y organizaciones civiles que exigen transparencia en la utilización de los fondos recaudados.
Impacto económico y operativo
El regreso de los operadores privados también se presenta como una oportunidad para aliviar las finanzas del Estado. La administración pública, que hasta ahora ha cargado con el costo total del mantenimiento de las rutas, podría redirigir esos recursos a otras áreas críticas como la educación y la salud.
Sin embargo, expertos advierten que la transición debe ser cuidadosamente planificada para evitar conflictos laborales y garantizar que los actuales empleados de los corredores estatales sean transferidos o incorporados en los nuevos esquemas. Además, la transparencia en el proceso de licitación será un factor clave para evitar cuestionamientos o judicializaciones que entorpezcan la implementación del proyecto.
Un intento ambicioso por reducir la “catástrofe vial”
La nueva licitación tiene como trasfondo la necesidad urgente de enfrentar lo que especialistas han definido como una “catástrofe vial” en Argentina. Los altos índices de accidentes en rutas nacionales no solo dejan un saldo trágico en vidas humanas, sino también un impacto económico significativo para el país. Según estadísticas oficiales, los costos asociados a accidentes de tránsito ascienden a miles de millones de pesos anualmente.
Las autoridades esperan que la incorporación de operadores con experiencia internacional permita replicar modelos exitosos ya probados en otros países. Algunos de estos modelos incluyen sistemas de monitoreo en tiempo real, estaciones de auxilio rápido y mayores controles de seguridad vial.
La respuesta pública
Las opiniones sobre este cambio de modelo están divididas. Por un lado, amplios sectores del empresariado y organizaciones civiles han manifestado su apoyo a la medida, señalando el deterioro constante de la infraestructura vial como una razón contundente para volver al modelo privado. Por otro lado, surgen críticas desde sectores políticos y sindicales que defienden la gestión estatal como una herramienta de soberanía y desarrollo.
A medida que avance el proceso de licitación, será crucial observar cómo este nuevo esquema se implementa y qué medidas toma el gobierno para garantizar su éxito a largo plazo. La promesa de rutas más seguras y mejor mantenidas alimenta las expectativas, pero también plantea interrogantes respecto a los costos que recaerán sobre los usuarios y el impacto en el bolsillo de los ciudadanos.
Fuente: @diegocabot