Axel Kicillof tiene listo un decreto para adelantar las elecciones bonaerenses, en un tenso pulso con Cristina Kirchner. Con el apoyo de intendentes, busca reafirmar su liderazgo, aunque enfrenta la preocupación por la posible judicialización del proceso. La negociación se intensifica, mientras la interna del oficialismo se agudiza.
Kicillof tensa la cuerda con Cristina y alista un decreto para desdoblar las elecciones
Axel Kicillof tiene en su escritorio el decreto para adelantar las elecciones bonaerenses, redactado y amparado en el artículo 194 inciso 7 de la Constitución provincial. Pero aún no estampó su firma. No se trata solo de una cuestión de tiempos: es un pulso con Cristina Kirchner en la pelea por el comando del peronismo y el diseño de la oferta electoral rumbo a 2027. Con apoyos explícitos de 45 intendentes peronistas y otros 27 radicales, el gobernador apuesta a consolidar su liderazgo mediante la divergencia de fechas con las nacionales, aunque deja una ventana abierta para una tregua con la expresidenta.
La señal política más reciente fue la inauguración de una escuela secundaria en Morón, un acto con fuerte contenido simbólico, donde Kicillof no solo rodeó el gesto de gestión con sus ministros, sino que tendió un puente hacia el kirchnerismo duro al denunciar la “persecución judicial” sobre Cristina. Sin embargo, su voluntad de desdoblar los comicios camina en sentido contrario al modelo que defiende la jefa política del kirchnerismo, que busca elecciones concurrentes con boleta única papel y la tradicional lista sábana para el 26 de octubre.
En ese marco, la negociación que hasta hace semanas parecía estancada adquirió una dinámica más frenética. En la Casa de Gobierno provincial apuestan a resolver la pulseada antes del martes, cuando la Legislatura podría tratar un proyecto para suspender las PASO y viabilizar las elecciones concurrentes. Si eso ocurre, Kicillof amenaza con dar el golpe de efecto y firmar el decreto antes de que la ley se promulgue, un movimiento que tensaría aún más la interna del oficialismo bonaerense.
Hay preocupación por la posible judicialización del proceso. Una parte del kirchnerismo interpreta, apoyado en el artículo 83 de la Constitución, que sólo la Legislatura tiene competencia para definir el calendario electoral. La lectura contraria, sostenida por Kicillof, se ampara en la autoridad del Poder Ejecutivo según el artículo 144. Si el conflicto escala, será la Suprema Corte de Justicia de la provincia —que cambiará de presidencia en los próximos días— la que deba zanjar una puja institucional sin antecedentes en territorio bonaerense.
Hilda Kogan asumirá nuevamente la conducción del tribunal provincial, y su rol será clave si el decreto prospera y se presenta un escenario electoral escindido. La Junta Electoral, que preside la propia Corte, jamás se enfrentó a una fiscalización de elecciones desdobladas para cargos ejecutivos y legislativos por separado. El juez Alejo Ramos Padilla ya expresó su preocupación el año pasado, al advertir que el desdoblamiento sin un diseño claro de fiscalización “podría derivar en un caos administrativo y legal”.
Mientras tanto, en el seno del oficialismo las tensiones afloran a cada paso. Carlos Bianco, Alexis Guerrera y Facundo Tignanelli, encargados de la mesa política bonaerense, intentan destrabar una negociación cruzada por presiones, amenazas y posicionamientos personales. María Teresa García, senadora y vocera de Cristina Kirchner en la provincia, lanzó una advertencia contundente: “Si Kicillof desdobla, Cristina será candidata”. El mensaje no deja mucho margen interpretativo.
El gobernador juega una carta arriesgada pero calculada. Aspira a conducir el espacio poskirchnerista con un perfil distinto: más enfocado en la gestión territorial, mostrando resultados y diferenciándose, aunque con diplomacia, de La Cámpora y de la lógica de conducción centralizada. De hecho, algunos de los intendentes alineados con Sergio Massa y el cristinismo avalan el desdoblamiento por conveniencia política, aunque evitan expresarlo públicamente.
En paralelo, Máximo Kirchner dejó en claro que no será sencillo correrlo del centro de la escena. Para él, “no es tiempo de aventuras personales”, sostuvo en un acto reciente, en alusión directa a las maniobras de Kicillof. El jefe de La Cámpora sabe que la pelea de fondo no solo es por una fecha electoral, sino por la titularidad del relato y el futuro de la coalición de Unión por la Patria después de la derrota de 2023.
Kicillof, por su parte, redobla la apuesta. Busca instalar que el modo más eficaz de desmarcarse del calendario nacional y competir por separado es la vía del decreto. Aunque no lo diga en voz alta, da por hecho que las PASO están muertas para la Provincia, y que el desdoblamiento permitirá ordenar sin competencia dañina el reparto de las candidaturas peronistas entre el conurbano y el interior.
Hoy el gobernador camina una cornisa: intenta reafirmar su autoridad sin romper con Cristina Kirchner, construir poder con autonomía sin hacer estallar el espacio peronista, y adelantar elecciones sin que eso lo convierta en un actor aislado en la política nacional. Todo al mismo tiempo. La firma del decreto no solo será un acto legal, sino un gesto inequívoco de liderazgo.